Los videojuegos “de aviones” sufren una severa desatención en compatibles durante los últimos años, pero Ubisoft y Tom Clancy están aquí para aportar algo al género. Con HAWX tenemos uno de los mejores juegos de este corte en los últimos años, y una demostración de que con calidad no hay género que se resista a Pc.
Uno de los proyectos que más interés despertaban en la redacción de 3DJuegos para este primer trimestre del 2009 era precisamente HAWX; en cierta medida por su condición de recuperador de una estirpe en pleno proceso de desaparición, la de los arcades de vuelo. En los últimos años sólo IL-2 Sturmovik ha logrado mantener el tipo en las alturas, y con una propuesta mucho más cercana a la simulación que al arcade del que estamos hablando. Otros videojuegos de este corte como Ace Combat sí se han caracterizado por un tono más ligero, pero se han enmarcado siempre en una constante ausencia en compatibles.
HAWX despega con la intención de explotar este antaño rentable filón, y también con la de ofrecer al aficionado savia nueva bajo el siempre interesante sello de intrigas políticas y conflictos plausibles de Tom Clancy. El videojuego cumple las expectativas en todas las facetas, y se convierte en una opción francamente recomendable para los aficionados del género por su cuidada jugabilidad, su apasionante cooperativo y su potente apartado gráfico.
Ángeles del Infierno
El argumento de HAWX se desarrolla en un futuro cercano, y toca una vez más el siempre espinoso tema de las contratas privadas en el ámbito militar que, con toda probabilidad, acabarán sustituyendo a los contingentes de ejércitos regulares que hemos conocido hasta ahora.
En el título que nos ocupa seremos un antiguo piloto de la Marina de los Estados Unidos, el Capitán Crenshaw, que ha sido contratado por una de estas empresas privadas para tomar parte de misiones de diferente índole por todo el mundo. Lo que en un principio no dejan de ser trabajos rutinarios acabarán, a corto plazo, convirtiéndose en una batalla por la supremacía a nivel mundial de estas despiadadas empresas, que se encuentran sumidas en un perpetuo enfrentamiento entre ellas para hacerse con los contratos más suculentos.