Sin embargo, se dice que gracias al hijo adoptivo de Hattori Hanzo, Kyouhachirou, estos dos pétalos de flores dejaron su legado en forma de otros dos pétalos. Estos niños, cada uno nacido con su propio destino, fueron Hachiro Kouga y Hibiki Iga. El primero tiene los ojos de su padre, mientras que el segundo tiene los ojos de su madre.

Ahora estamos en el Periodo Kan’ei y la paz reina de nuevo. Mientras los ninjas comienzan a desaparecer en las sombras tras ser declarados innecesarios, los clanes Kouga e Iga piden un favor a Hachirou y Hibiki con la esperanza de reforzar sus pilares.

Tras muchos años de sentirse vacío conocerá a Yuu Mizuno, Shunsuke Yoshino, Ryo Nishimiya y Seiichiro Minamoto, otros chicos de su edad que también son fans de las mascotas de Sanrio y su vida recuperará la luz. Son los Chicos de Sanrio.

Una maga solitaria llamada Siluca y un caballero errante llamado Theo hacen un juramento como maestro y aprendiz con la esperanza de reformar unas tierras azotadas por la guerra y el caos. Atlatan, una tierra gobernada por el caos. Temiendo el desastre que se avecina, las personas se aferran a la protección de los “Lords”, aquellos que ostentan el poder de los “Emblemas” que se usan para erradicar el poder del caos. Sin embargo, estos Lords no tardan mucho en olvidarse de su deber de proteger al pueblo y se enzarzan en una guerra secreta por el control de los Emblemas con la intención de poseer tantos como les sea posible.

Ahí entra en acción Siluca, una maga solitaria que odia profundamente a los Lords, y Theo, un caballero errante que viaja con la intención de mejorar sus habilidades y algún día poder liberar a su patria de la tiranía de sus gobernantes. Inspirada por los ideales de Theo, la insistencia de Siluca logra que ambos sellen un pacto y luchen por reformar una tierra dividida por la guerra. Con el cristal del orden como núcleo, el “Grancrest”, dará inicio la mayor crónica de guerra de fantasía del mundo.