Primero fue el terremoto. Después, vino la guerra. Luego las plagas y las revueltas. En apenas unos años, la humanidad sufrió todos los desastres imaginables, y solo fueron el preludio de algo aún peor que estaba a punto de ocurrir.
Algo inimaginable. Un ejército de demonios surgido literalmente de las entrañas del infierno, masacrando a los pocos supervivientes que encontraron entre las cenizas. Cuando cazaban a algún infeliz, desollaban su cadaver y se hacían un traje con su piel. Allá donde iban conquistaban y arrasaban, y se quedaban con las armas de los vencidos. Ante seres dotados de poderes sobrenaturales y equipados con la más moderna artillería, los humanos no teníamos opción. Acabaron por someternos.
Pero entonces llegó ella. Al principio, creíamos que era una de ellos. Una mujer toda vestida de negro, armada con algo que parecía más una escoba de bruja que un rifle y unos poderes mágicos de impresión. Corrían rumores sobre ella, historias que los supervivientes contaban entre susurros en los callejones. Relatos de batallas tan formidables que reducían a escombros manzanas de edificios enteras. Combates en los que, siempre en mitad de una tormenta de balas, la misteriosa mujer arrasaba con legiones de demonios, para después usar su propia sangre para rescatar a los humanos heridos. Dicen que podía invocar negras nubes de cuervos, conjurar afiladas espinas que surgÍan de la tierra y controlar los elementos, al rayo y a los tornados a voluntad.
Tal vez ha bajado de los cielos. O tal vez el infierno la ha escupido aquí a la Tierra. En cualquier caso, ella es todo lo que tenemos.