“Please, Don’t Touch Anything” ó “Por favor, No toques nada” es un juego fuera de lo común.
En El Examen, un grupo de candidatos a un importante puesto en una importante empresa se reúnen en una habitación sin ventanas y reciben una hoja de papel y un set de instrucciones sencillo: si arruinan el papel, hablan con el examinador o con el guardia o deciden abandonar la habitación, serán descalificados. La prueba es sencilla, sólo tienen que responder a la pregunta. Cuál es esa pregunta, sin embargo, es otro cantar; los papeles están totalmente en blanco y no hay ninguna indicación de que esto vaya a ser sólo escribir una respuesta y largarse de ahí. Durante los 80 minutos que dura la prueba los candidatos empiezan a jugar dentro del set de reglas para descubrir cuál es la pregunta que tienen que responder, convirtiendo la habitación misma en un puzle a desentrañar. La intriga viene de cómo las reglas no indican que se descalifique por romper una bombilla o de colaborar para explorar las paredes de su habitáculo: el escenario es un personaje en constante cambio que siempre parece tener un as oculto en la manga. Esa premisa y esa misma dinámica están muy presentes en Please, don’t touch anything, un sencillo título indie centrado por completo en el factor sorpresa.
Estás frente a una misteriosa máquina con un solo botón. La persona que te acompaña tiene que abandonar un momento la sala y te deja a sola con tus pensamientos. “Por favor, no toques nada”, dice, pero ambos sabemos que eso no va a pasar. No has comprado este juego para quedarte quieto. Eres Dee Dee en El Laboratorio de Dexter. Aquí hemos venido a jugar. Así que pulsas el gran botón rojo y, de la nada, aparece un interruptor. Lo tocas y de pronto estalla una bomba atómica frente a tus narices. Enhorabuena, has extinguido a la raza humana. Pero entonces le das a la palanca de “resetear” y de pronto vuelves a estar al principio.
“Por favor, no toques nada”.