Yuri Katsuki cargaba con las esperanzas de todo Japón en el Gran Premio de Patinaje Artístico, pero sufrió una derrota aplastante en las finales. Destrozado, Yuri regresó a su pueblo natal en Kyushu y se escondió en el hogar familiar, en parte queriendo seguir mejorando en el patinaje artístico, y en parte queriendo retirarse. Fue entonces cuando el cinco veces campeón del mundo, Viktor Nikiforov, apareció acompañado de su compañero de equipo Yuri Plisetsky, un joven patinador que ya apunta maneras para superar a sus superiores. Así, ambos Yuris y el campeón Viktor acordarán competir en un Gran Premio como ningún otro se haya visto jamás.